«El punto débil del capitalismo especulativo es el sistema financiero. Mucho más peligroso que el bug del milenio, sería un virus que modificase todos los descubiertos. Un virus que alterase la titularidad de los valores bursátiles. Un virus que dirigiese los fondos de los fabricantes de armas hacia las cuentas de organizaciones humanitarias. Un virus en la ruleta del sistema, la bola trucada que hiciese saltar la banca. La puerta trasera está en Wall Street. Los sicarios del imperio le llamarán criminal, pero el ser humano capaz de crear ese virus, tiene un lugar reservado en los libros de historia.»
«Revolución», 15 de octubre de 1999.
Les ruego me disculpen la pedantería de la autocita, pero es que no he podido evitarlo, después de saber lo que pasó el viernes 25 de agosto en la Bolsa de Nueva York. Parece que el primer ensayo del virus ha tenido éxito: un mensaje con información falsa provocó la caída en picado de las acciones de una empresa, y dejó en ridículo a todos los informadores financieros. Si el timo, en lugar de afectar a una corporación relativamente pequeña, como EMULEX, hubiese afectado a una de las grandes del Dow Jones, la fecha del 25 de agosto de 2000 figuraría en todas las enciclopedias del siglo XXI como la de la mayor catástrofe del capitalismo especulativo.
Internet no tiene memoria. Los sumos pontífices de las tribunas mediáticas se cuidan muy bien de borrar de sus servidores aquellos artículos en los que sostenían tesis diametralmente opuestas a las que hoy sostienen. En el otoño de 1999 alguno de ellos se permitía burlarse de los que no se enriquecían en Bolsa: no he visto que escriban ninguna carta de disculpa por el dinero que hicieron perder a sus lectores. Como dijo Arquímedes, ya se sabe que la mierda flota.
Día sí, día también, los medios de comunicación al servicio de las grandes corporaciones nos dan su ración de demagogia barata sobre la delincuencia informática. Este verano en mi pueblo la gente me miraba mal: ese es el que se mezcla con la chusma esa de Internet, decían las viejas. Y es que hay que llevar el mensaje hasta el último rincón de la España profunda: Internet es peligrosa. Sobre todo para la salud financiera del sistema.
Hace tiempo que vivimos sobre un barril de pólvora, y no es Internet la que ha provocado esta situación. Las protestas de Seattle y Davos sólo son la punta del iceberg: nunca en la historia de la humanidad ha habido tanta desigualdad. La situación en Africa es catastrófica, recuerda los peores años de la Peste Negra. En Europa y América, las condiciones de la mano de obra son cada vez más precarias, pese a la euforia bursátil. Pero ahí están los medios de comunicación, cumpliendo su labor histórica: evitar un estallido social.
El único crimen informático que realmente preocupa a los que gobiernan el sistema, es el que pueda afectar a la Banca y los mercados financieros, lo demás es basura para el consumo de masas. Todas las cumbres internacionales sobre ciberdelito van orientadas a un único objetivo: evitar el gran golpe. Todo lo demás, incluyendo la pornografía infantil, les importa un carajo.
Hace tiempo me dijo un buen amigo que sólo existe un verdadero movimiento underground: la Mafia. Todos los demás son adornos del sistema, tontos útiles que crean una falsa ilusión de libertad. El capitalismo derrotó a todas sus alternativas, demostrando que es el único sistema que funciona, con un argumento tan simple como testarudo: sólo el más fuerte sobrevive. Lo mismo piensa la Cosa Nostra.
Publicado en Kriptópolis el 6 de septiembre de 2000. Incluido en el libro ‘Todo está en venta. Globalización, internet y derechos humanos’.